domingo, 13 de julio de 2008

restos fosiles y el 39

Te observo desde mi lugar, intento que lo notes clavando mis ojos en tus retinas. Me guardo cada detalle en la cabeza, los lunares como constelaciones y tu pelo, enredado por el viento de afuera. Estás completamente solo, sentadito en un mar de personas, que no hacen más que preocuparse por llegar temprano al trabajo. Y yo, que subí a ese colectivo inundada de música, sin pensar en nada que pueda llegar a afectarme el cerebro, te encontré. Tanto tiempo y tanta desaparición y ahí estabas, finalmente.
Mirando al piso llegué al mismo asiento que vos y me ubiqué ahí, como si nada. Como si no me hubiese dado cuenta que eras perfecto, como si no hubiese notado tu presencia.
Tu compañía llegó a desesperarme, mirando al frente pero tocándote los brazos por debajo, sentí tu electricidad. El camino continuaba, yo ya no sabia a donde me dirigía. Vos, no sé, pero me viste. Después de volverme loca de vergüenza y ganas de llevarte al fin del mundo, me observaste.
El día, la rutina, tus cosas, mis cosas, no sé tu nombre y no sabes el mio. Habrá alguien esperándote en la parada?
Me acuerdo que balbuceé unas palabras al aire, no se ni que dije y vos miraste mis manos. En ese preciso momento me inventé una larguísima relación, una graciosa historia de conocer una persona perfecta en un transporte publico. En el medio del día y de la cotidianidad encontrar a alguien que te haga sentir la piel de gallina. Sentir que el destino existe y que la casualidad es una estupidez.
Pero todavía ni te había hablado, no conozco tu voz. Te gustará leer? La situación se hizo insoportable, tenía que hacer algo, tenías que acordarte de mi cuando bajaras del colectivo. Pero no, no hice absolutamente nada, me quedé mirándote de reojo y tragando mi cobardía a mordiscones.
Al final me fui yo primero, me paré y caminé, rezando que me detengas, a tocar el timbre. Apreté el botón con violencia y te miré a los ojos por ultima vez. Vi esos ojos por ultima vez.
Y no te acercaste. Bajé resignada y me seguiste con la mirada hasta que me perdí entre la gente.
Esas historias deben funcionar solo para los valientes, pero qué decís? cómo le haces entender a una persona que te gusta solo por mirarla, qué te enamoraste de sus gestos, de sus formas, de sus vibraciones? Quién puede asegurarnos que el ser ideal es el que pensamos? Qué pasa con esas personas que te revolotean el corazón pero que no te dejan entrar en el suyo?
Y si todo es fracaso? Y si no existe nadie? Yo creo en días de lluvia en la cama, en besos interminables y en conexiones inexplicables. Creo en un ser, para otro ser.
Creo en mi y creo en personas reales. No creo en la soledad infinita. Valientes, cobardes, torpes, fieles, insensibles, nadie vive sin amor, recordalo, siempre.

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